jueves, 13 de julio de 2017

Confesiones

Hola,
Un tío famoso dijo una vez "Nosotros creamos nuestros demonios" ¿Que por qué lo digo? Solo lo digo porque él lo dijo y ahora... Ahh, voy a empezar de nuevo... Voy a empezar desde el principio.
Cuánto tiempo que no me pasaba por mi blog, han pasado muchas cosas estos tres años: me gradué en el colegio, empecé la carrera de mis sueños y conocí a mucha gente genial, ah y por fin salió The Last Guardian, así que mi texto de presentación está obsoleto.
Bueno, hoy vengo a hablar del amor. Sí, yo, Andrés Macho Moreno, va a hablar del amor, y de cómo me lleva dando pataditas en el trasero estos últimos años. Desde pequeño siempre ves en las pelis, series, videojuegos, realidad... A una pareja que se conoce y pasando por más o por menos encuentran el amor, ese sentimiento el cual la otra persona es lo más especial que te ha pasado nunca y quieres estar con ella el resto de tu vida. Muchos conocidos y amigos ya los han podido experimentar, pero aún es mi asignatura pendiente, ¡Todavía no he dado mi primer beso! Pero bueno, vamos a centrarnos. En esta entrada vengo a confesar las veces que he sentido algo por otra persona y cómo de menos a más fui humillado, y lo más importante, mi situación actual.
La primera vez en mi vida en el que mi corazoncito sintió algo por una chica fue en primaria, pero al no saber qué significan todos aquellos sentimientos no pude hacer nada, y más tarde lo entendí, ella tenía que ser mi mejor amiga: Lucía Rosello. Mentiría si dijera que hasta ya en la ESO aún no sentía algo, pero supe rápidamente que ella era mi mejor amiga, y que podía confiar y contar en ella sin necesidad de llegar a algo más. Actualmente está en su país natal, Argentina, desde hace dos años, y no os voy a engañar, la echo muchísimo de menos. Ese podría ser mi primer flechazo, que luego se convirtió en una férrea amistad.
Avanzamos a 4° de la ESO, donde sin ti darme cuenta, comenzó a gustarme una chica de otra clase que había llegado nueva el año anterior. No sé cómo consiguió mi número, pero empezó a hablar conmigo por WhatsApp, y yo tan sorprendido y alegre seguimos hablando y hablando, conociéndonos y riéndonos, pero solo ahí, en el día a día en el colegio apenas la veía, y nunca hablábamos, lo único que me ha dicho cara a cara es "Hola" y no estoy exagerando. Cada semana que pasaba me interesaba más por ella, practicaba equitación, iba a torneos nacionales, quería ser enfermera... Pero poco a poco me fui dando cuenta en la enorme trampa que fui cayendo. Los que me conozcan saben que si alguien pide ayuda, soy el primero en hacerlo, y le dedico todo mis esfuerzos, bien, pues de vez en cuando me preguntaba dudas de ejercicios del colegio, qué podría entrar en los exámenes, que le explicara cosas de historia... Y yo encantado la ayudaba, porque más allá de lo que sentía por ella, yo seguía mis propios principios. Pero ya al acabar el año me acabé dando cuenta que solo me pedía favores para estudiar, que le hiciera exámenes y ejercicios sin nada a cambio, y básicamente estudiar por ella. Cuando llegó su cumpleaños en junio, quería darle un detalle y le compré una pulsera, pero no más que una sonrisa recibí, con su consiguiente desilusión, acabé la ESO consciente de que me habían utilizado usando mi buena voluntad. Solo 2 personas sabían que me gustaba, pero unos meses después todo se disipó. Desde entonces no he vuelto a hablar con ella, no me volvió a hablar cuando se dio cuenta de que no la ofrecía toda la ayuda que pedía, confirmando así lo que temía. Así fue mi flechazo con Paula Serrano.
Aquí va el último de mis "enamoramientos' antes de pasar a la etapa actual. Nos desplazamos a segundo de Bachillerato, en el aula de dibujo, los ingenieros hacíamos nuestras virguerías con Mari Luz, pero con una nueva incorporación: Lara Sanz, del curso anterior, había elegido Biología y Dibujo en la optativa (opción de locos) y al coincidir ambas clases, el dibujo lo daba con nosotros. Que a pesar de dar dibujo II, la profesora rebajaba el nivel para Lara. Nadie hablaba con ella, solo llegaba, se sentaba, daba la clase y se iba. Para qué iba a engañaros, me parecía y me parece una chica muy mona, y con mi forma de ser por delante, un día me senté al lado de ella y nos empezamos a contar cosas. Desde aquel día, en clase hablábamos sin parar, no tanto en WhatsApp, un caso contrario que con Paula. Me parecía increíble, su gusto por la cultura, los viajes, muy apasionada en lo que le gusta, una chica muy inteligente... no podía enamorarme más, sentimiento que fue creciendo crecientemente durante el curso, hasta el punto que los ingenieros empezaban a sospechar de mis largos ratos con Lara. Se lo acabé contando a mis amigos de confianza, aunque creo que ya lo sabían, y durante el verano de tránsito de colegio a universidad, me propuse ser valiente por una vez, y decírselo, con la gran ayuda de mis amigos que me animaron en todo momento. No quedé con ella hasta septiembre, pues ella viaja mucho durante el verano con su familia. Y en septiembre, lo di todo, y me lancé, se lo dije "me gustas". Lo que vino después no fue tan agradable para los dos, aparte de que ella no se lo esperaba, se levantó rápido del lugar donde tomábamos algo y se fue, dejando solo las palabras "yo... lo siento"
Mi corazón hecho trizas, no sabía dónde meterme. Había hecho el ridículo, pero al menos por primera vez en mi vida me sentí valiente al poder decir lo que sentía por otra persona. Actualmente, Lara está en mi universidad, en otro grado, con un novio increíble según me han contado. Fui muy egoísta aquel año pensando en que sería perfecta para mi, cuando posteriormente me fui dando cuenta de que no podíamos ser más diferentes. La vida es dura, pero más dura es la verdura.